26.1.12

Etiam et volo.

La escucho venir. La veo moverse. La miro de cerca.
De dioses, de hombres, de guerras. 
Prendida fuego.
Con su paisaje abigarrado por complejo.  Todo retorcido, como su pelo.
Llena de recobecos, contando con cada uno una historia.
Admirada por muchos pares de ojos. Caminada por muchos pares de pies.
Fascinante. Misteriosa.  Exquisita. Imponente. Excitante.
Hermosa. 
Exageradamente hermosa. 
Caprichosamente hermosa.
Donde conviven cosas fuera de tiempo. Donde no se sabe por donde empezar. Donde todo el mundo busca perderse.

La veo venir, la escucho moverse, la miro mirar, la llego a tocar y me acuerdo de ese centavo de euro que un día fue a parar desde mi mano al fondo de la Fontana de Trevi.


Y cuando vuelvo a eso, lo entiendo todo.

La veo venir, la escucho moverse, la miro mirar, la llego a tocar y pienso.


Dios, esta mujer es Roma.

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